Internet es una gran red de redes. Se la conoce de esta forma ya que funciona gracias a miles y miles de redes de distinto tamaño interconectadas. El periódico que leemos en la mañana, las fotos que subimos a Facebook, los mensajes que publicamos en Twitter y toda la actividad que realizamos en Internet es posible gracias a estas interconexiones.
Del mismo modo en que nosotros elegimos a un ISP (proveedor de servicios de Internet) para que nos conecte a la red, éstos deben elegir a otros de nivel superior y éstos, a su vez, a los del siguiente nivel (el nivel más alto es conocido como Tier-1).
La lista de ISPs Tier-1 es bastante pequeña. Son ellos quienes, de alguna manera, sostienen a Internet:
AT&T, CenturyLink, Deutsche Telekom (ICSS), XO Communications, GTT (ex Tinet), Verizon, Sprint, TeliaSonera, NTT Communications (ex Verio), Level 3, Tata, Zayo, Cogent y Seabone (Telecom Italia Sparkle).
Estas compañías, mediante acuerdos conocidos como peering, intercambian tráfico entre ellas y con ISPs Tier-2, quienes operan normalmente a nivel regional.
Existen acuerdos de peering del tipo libre (en los que dos o más proveedores “dejan pasar” el tráfico que se intercambia entre sus redes) o pagos (en los que un proveedor compra ancho de banda a otro del mismo nivel o de nivel superior).
Sin estos acuerdos, un ISP local (con presencia en un determinado país) solo podría ofrecer a sus clientes acceso a contenidos alojados exclusivamente en su red. En cambio, el ISP celebra acuerdos de peering con otras compañías de su país y/o regionales, garantizando que sus clientes puedan llegar a cualquier destino en la red.
Existen también puntos de interconexión, como el NAP CABASE en Buenos Aires, que permiten a los ISPs conectarse a un único punto que los llevará hacia otros ISPs, grandes compañías y organismos estatales. Esta interconexión tiene como objetivo reducir el tráfico generado en las redes intermedias (aquellas por las que debe pasar el tráfico para llegar a destino) y mejorar los tiempos de transmisión del contenido.
Por ejemplo, supongamos que somos clientes del proveedor A. El proveedor B aloja en su red el diario que leemos junto al desayuno. Sin embargo, estos dos proveedores no tienen acuerdo de peering. En su defecto, el proveedor A le paga al proveedor C para que le permita llegar hasta el B.
Para evitar el uso de redes intermedias, se diseñaron los puntos de interconexión. Éstos permiten al proveedor A conectarse al equipamiento que lo llevará directamente al proveedor B y a muchos otros, sin necesidad de firmar un acuerdo con cada uno de ellos. De esta manera, el tráfico del proveedor A será enrutado directamente hacia el proveedor B sin pasar por el C.
En el siguiente cuadro observamos un ejemplo muy similar al anterior. El proveedor local A (ISP-A) debería “transportar” el tráfico de sus clientes a través de un proveedor internacional (nube “Internet”) para llegar al proveedor local B (ISP-B). En su lugar, proveedores A y B deciden interconectar sus redes en un NAP o punto de interconexión para beneficiarse y a su vez beneficiar a sus clientes.
Lo que ocurre desde hace algunos años, es que los grandes ISPs se están quedando sin ancho de banda.